Un hábito aburrido puede alejarnos de nuestras metas
Crédito de la foto: Hutomo Abrianto en Unsplash
Los hábitos son clave para lograr tus metas, pero únicamente si no te cansas de ellos como sugieren varios estudios.
Recuerdo que desde que estaba en primaria sentía una gran fascinación por los idiomas. Eso me llevó a estudiar francés hasta terminarlo, cuando estaba en la prepa. Al poquito tiempo me metí a clases de alemán. Estaba muy emocionado por aprender un nuevo idioma y conocer otra cultura a través de los profesores. Al inicio fue muy motivante y retador. Pasaron los trimestres, luego los años. Curso a curso fui avanzando en la formación. Llegó a hacerse una rutina para mí: tareas, libro de ejercicios, exámenes, clase los sábados, etc. Sentía que a pesar del tiempo invertido -6 años- no avanzaba gran cosa. Cuando veía el cronograma de todos los niveles que contemplaba el plan de estudios, especialmente los que me faltaban, sentía una sensación de desmotivación e incomodidad. Esa sensación que a veces experimentamos cuando hacemos algo que no queremos. Un buen día me harté y ya no me inscribí al siguiente nivel.
Nadie me obligó a estudiar ese idioma, ni tenía la presión de aprenderlo para que me contratara una empresa alemana. Fue una meta que me fijé por decisión propia por el puro gusto de aprender. Normalmente termino lo que me propongo. ¿Qué me pasó aquí?
Emociones y hábitos
Sin importar si se trata de aprender un idioma o de cualquier otro proyecto, la sensación de estar harto de algo puede ser tan fuerte que a veces claudicamos en las metas que alguna vez nos emocionaron tanto. Incluso si son metas para las que tenemos potencial. Lo que algunas investigaciones acerca de nuestras reacciones emocionales hacia nuestros hábitos nos muestran es que tales emociones pueden mantenernos en el camino a nuestras metas o pueden desviarnos de ellas.
Los seres humanos somos animalitos de hábitos: Acciones que con la repetición comenzamos a hacerlas de forma automática. Los hábitos nos apoyan a cumplir nuestras metas y objetivos. Ya sea desear tener una mejor salud o empezar a hacer ejercicio, cualquier meta que nos fijemos va a requerir que nosotros hagamos algo repetidamente para llegar hasta ahí. Por ejemplo, dejar la comida chatarra por un día difícilmente te hará tener mejor salud. Si eso lo repites varios días a la semana por varios meses, entonces sí estarás creando un hábito alimenticio más saludable.
Animalitos de hábitos … y de novedad
Lo interesante aquí es que los hábitos que vamos creando para lograr esas metas a veces pueden volverse en contra nuestra. Velo de esta manera, un hábito es hábito porque lo haces una y otra vez. Los humanos nos acostumbramos a lo que hacemos de forma repetida y es precisamente cuando estamos tan acostumbrados a algo que nos acerca hacia una meta que podemos claudicar. Esto puede parecer contradictorio, pero a la vez que somos seres de hábitos, también somos animalitos que buscan la novedad.
Para explicar esto Wendy Wood, psicóloga y profesora de negocios de la Universidad del Sur de California en un estudio 1 le pidió a un grupo de estudiantes que registraran lo que estaban haciendo durante una hora en específico por uno o dos días. Desde estudiar, ver la tele, estar con amigos, hacer ejercicio, etc. Los chavos también tenían que reportar cómo se sentían al estar haciendo eso que registraban, usando una escala que iba desde lo más negativo hasta lo más positivo.
Lo que encontraron Wood y sus colaboradores fue muy revelador. Cuando estaban realizando actividades habituales los chavos reportaron sentir menos emociones intensas, aun cuando algunas de esas actividades algún día fueron emocionantes para ellos o que eran importantes para lograr una meta a largo plazo. Wood lo explica con algo que llama la “doble ley de los hábitos”, argumentando que la repetición tiene varios efectos en los humanos. Uno de ellos es que una acción que se realiza de forma repetida va creando pautas en la memoria de la persona, con lo que el hábito es más fácil de realizar. O como te he explicado aquí en otros artículos, va formando neurorutas que facilitan la instalación de ese hábito.
El otro efecto, y aquí viene lo bueno, es que la repetición debilita nuestra respuesta emocional. Esto podría explicar porqué con el tiempo dejamos de tener ese “punch” inicial que teníamos cuando apenas empezábamos con el hábito, dando paso al aburrimiento. Tal vez esto no nos sorprenda del todo, pero la pregunta que surge entonces es qué podemos hacer para evitar el aburrimiento por hábitos, por ejemplo, en metas que a la larga son benéficas para nuestra salud o que nos traerán beneficios en nuestro trabajo.
Lee aquí: Metas inspiradoras: Imagina tu versión más armónica
Más allá del “sí se puede”
Te habrás dado cuenta que existen incontables coaches y literatura motivacional que abordan cómo establecer hábitos que te acerquen a tus metas. Sin embargo, no hay mucho material ni investigaciones de qué hacer cuando esos hábitos ya se han vuelto aburridos. Y no, –al menos no a largo plazo- no funciona lo que te dicen los gurús del “sí se puede”: “Nunca te rindas”, “Los fuertes nunca se dan por vencidos”, “Hay dos clases de personas, los que cumplen sus metas y los que no” y otras por el estilo.
Revés al aburrimiento
En lugar de “forzarte” a seguir en el camino puedes apoyarte en las neurociencias y recursos para lograr tus metas, además puedes también agregar un ingrediente para darle la vuelta al aburrimiento: Emociones Positivas. ¿Por qué? Porque a tu cerebro le encanta experimentarlas y como bien dice Martin Seligman, autoridad en Psicología positiva, entre más las experimentes más fácilmente te mantendrás en el camino a lograr tus metas, además de que contribuyen a desempeñarnos mejor.
Así que aquí te comparto dos de esas emociones que tienen respaldo en investigaciones científicas y que a mí me han funcionado cuando he estado a punto de claudicar.
1.- Agrégale novedad a la receta de siempre: Pocas cosas pueden ser más aburridas que ver una misma serie o película todos los días de tu vida. Por mucho que te guste, llega un momento en que puedes hartarte. Tu cerebro ama la novedad. ¿Por qué entonces habrías de volver a vivir “un mismo día” todos los días de tu vida? Ojo, que para agregarla no tienes que cambiar TODO lo que haces, puedes comenzar con pequeñas cosas que salpiquen de novedad tu rutina. Por ejemplo, si en familia siempre van al mismo restaurante el fin de semana, cambia y prueben otro. Si siempre pides lo mismo de tomar en todos lados, prueba alguna nueva combinación. O si en pareja normalmente se quedan a ver la tele, vayan al cine o a cenar como cuando eran novios.
2.- Agrega un toque juguetón: Puede que al inicio suene medio incompatible agregarle una parte de juego a la chamba, pero es posible. Algo que hice una vez que ya estaba harto de un proyecto, fue pasar buena parte de lo que estaba en documentos escritos -que nada más de abrirlos me daba flojera siquiera pensar en lo que tenía que hacer- a una hoja impresa donde le agregué color e imágenes. Para el cerebro estos elementos pueden volver algo muy austero en algo mucho más atractivo y entretenido. Vaya que mi cerebro agradeció dejar de ver montones de párrafos para ver imágenes mucho más inspiradoras, emocionándome nuevamente por lograrlo.
Explora cómo puedes agregarle una pequeña dosis de emociones como asombro, inspiración o alegría, por ejemplo. Como ves no necesariamente se trata de darle un giro de 180° a tu vida. Con pequeñas cosas puedes volver a inyectarle vida a aquello que alguna vez te emocionó al inicio.
Es normal hartarse en algún momento del camino a lograr tus metas. Ahora sabes que añadirle más diversión a tu rutina puede hacer una gran diferencia, aun cuando la meta se vea lejana.
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Referencias:
1.- Wood, W., Quinn, J.M., & Kashy, D.A. (2002). Habits in Everyday Life: Thought, Emotion, and Action. Journal of Personality and Social Psychology, 83(6), 1281–1297.