Un cerebro resiliente facilita la vida
Todos enfrentamos adversidades en nuestra vida, es parte de ser humanos. Por ello todos necesitamos de un cerebro resiliente, del que surge la capacidad de afrontar y recuperarnos de tales adversidades para facilitarnos la vida.
Sin importar el tamaño de las adversidades todos las enfrentamos. Desde las más pequeñas como perder una moneda, perder las llaves, un malentendido con una amistad o que nos deje el autobús, hasta las más serias, como recibir un diagnóstico de enfermedad grave, perder a un ser querido, un desastre natural y otras que la vida nos puede presentar a cualquiera.
Como seres humanos, todos estamos expuestos a las adversidades, aun cuando quisiéramos que nunca sucedieran. No podemos evitarlas y no se trata de evitar los problemas. Pero lo que sí podemos hacer es aprender nuevas formas de afrontarlas y recuperarnos de ellas con la gran recompensa de habernos fortalecido. Para eso necesitamos una capacidad de nuestro cerebro que nos permite navegar más fácilmente las olas de la vida.
La resiliencia empieza en el cerebro
La Resiliencia es una capacidad psicológica que empieza a desarrollarse en nuestro cerebro desde la infancia, involucrando diversas estructuras como la corteza prefrontal, la amígdala, el hipocampo, la ínsula, la corteza cingulada anterior dorsal, entre muchas otras. Cuando enfrentamos una adversidad, nuestro cerebro segrega neurotransmisores y una cascada de hormonas que nos prepara para hacer frente a la amenaza o bien para huir. Cuando esto sucede tenemos menos acceso a las estructuras de nuestro cerebro que nos permiten ver todo el panorama, acceder a nuestros propios recursos, pensar a futuro y encontrar soluciones creativas a los problemas.
Cerebro resiliente ¿Dónde estás?
A mí me gusta decir que en esos momentos funcionamos en modo “Hulk”, sobrevivencia pura sin detenernos a pensar en nuestros actos de los que a veces podemos arrepentirnos después, o bien nos podemos quedar enganchados en la adversidad a veces hasta por años. Piensa en personas que décadas después siguen “viviendo” en su mente lo malo que vivieron, planeando venganzas, etc. Aquí al cerebro se le escapa lo resiliente. Todos los hemos vivido, somos humanos y a veces nos gana nuestra neurobiología ¡Oh sí!
Estos son ejemplos de comportamientos poco resilientes del cerebro ante la adversidad:
- Insultar
- Descalificar
- Culpar a los demás (sacudirse la responsabilidad propia)
- Agredir verbal y físicamente
- Buscar sustancias (drogas, alcohol, etc.) para calmarse
- Sobrereaccionar ante el estrés (o sea hacer panchos por cosas que no valen la pena).
- Compras emocionales
- Atracones de comida por ansiedad/ estrés
- Abandono de metas ante los primeros obstáculos
- Conductas de riesgo (delincuencia, relaciones poco saludables, etc.)
- Y un largo etc.
Un cerebro resiliente facilita la vida
Como puedes ver, hay muchas formas en que nuestra resiliencia se puede descarrilar. Todos hemos caído en alguno de ellos alguna vez pues el estrés es parte de la experiencia humana. Por ello es tan importante aprender a manejarlo y a mantener la calma a pesar de las adversidades. Cuando hacemos esto y con el tiempo, nuestras redes de neuronas se van reconfigurando y nuestro cerebro se va volviendo más resiliente, una excelente noticia cuando por circunstancias de la vida, no pudimos desarrollar una buena dosis de resiliencia desde la infancia. Te lo puedo decir por experiencia propia. Así, un cerebro resiliente:
- Se vuelve menos reactivo, o sea entra menos en modo Hulk
- Responde de manera más adaptativa a las olas de la vida
- Acepta que el cambio y los problemas son parte de la vida
- Toma decisiones más adecuadas
- Encuentra soluciones más creativas ante los problemas
- Se recupera más pronto de las adversidades
Por si fuera poco la resiliencia implica también una eficiencia energética, pues conforme la vas cultivando en el tiempo, incrementas tus depósitos de resiliencia, al enriquecerlos también aumenta tu capacidad de evitar las situaciones que te llevaron a la adversidad inicialmente. Ojo, hay adversidades que la vida nos pone en el camino y hay otras en las que nos vamos metiendo nosotros solitos. A estas últimas me refiero que aprendemos a evitar.
La resiliencia implica una eficiencia energética, pues conforme vas enriqueciendo sus depósitos, aumenta tu capacidad de evitar las situaciones que te llevaron a la adversidad inicialmente.
Como puedes ver la resiliencia no se trata de una capacidad con la que nacieron o que desarrollaron unos cuantos. Es una capacidad que podemos cultivar en el tiempo sin importar la edad actual o las circunstancias de vida que hayamos vivido y que nos puede ahorrar muchos dolores de cabeza.
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