Qué decirles a los niños para que crezcan sintiéndose seguros, amados y resilientes
Hay mensajes de cariño y apoyo resiliente que necesitamos repetirles una y otra vez a nuestros hijos para un desarrollo pleno y con seguridad.
Estoy viendo a mi hijo dibujar, notando sus muecas y como tuerce la lengua al tomar los colores. Estos gestos, por triviales que parezcan, me permiten ir conociéndolo cuando está concentrado en algo que le gusta. Me quedo viéndolo un rato hasta que él nota mi presencia, me mira, se sonríe sorprendido y me pregunta: “¿Qué haces?”. Le respondo: “Estoy viéndote dibujar y cómo sacas tu lengüita cuando estás concentrado”. “¿A poco la saco?, ¿en serio?” y vuelve a sonreír.
Desde que son muy pequeños, la forma en que interactuamos con los niños influye muchísimo en cómo nos responderán a nosotros y a las demás personas en sus vidas. Cuando ponemos atención a sus detalles, gustos, gestos, muecas, etc. les estamos transmitiendo que son amados por quienes son, les apoyamos a aprender a confiar en los adultos en su vida, les enseñamos habilidades para manejar emociones difíciles, así como los retos de la vida y por si fuera poco, les animamos a acercarse a otras personas con compasión.
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Crecer seguros no se da por casualidad
A lo largo del tiempo iremos cambiando los temas y la forma en la que les hablamos a los niños. Pero ojo, hay ciertas cosas que es muy importante repetírselas una y otra vez sin importar qué edad tengan. Perdón no es importante, es INDISPENSABLE decírselas para que crezcan sintiéndose seguros y resilientes. Aquí te doy 3 puntos:
1.- Eres amado/amada por QUIÉN eres
Este punto probablemente sea el más relevante de los que hoy te comparto. Según el Dr. Gabor Maté, sentir que somos importantes por el simple hecho de existir es una NECESIDAD del desarrollo infantil.
Cuando un niño, una niña se siente amado/amada por quién es, más que por lo que hace o logra, va construyendo una relación de confianza con sus padres/ cuidadores o como también se le conoce: una relación de apego seguro, o sea un núcleo de seguridad y resiliencia en su interior.
Cuando él o ella siente que solo es querido/ querida por lo que hace o logra (buenas calificaciones, primer lugar del salón, torneo), o por lo que aprueban sus padres (si haces lo que yo te digo te quiero), va creciendo con una sensación de que hay algo que no está bien en su interior y que tiene que esconder partes de sí para ser aceptado/aceptada y amado/amada.
Perdemos autenticidad
En muchas ocasiones las personas que no fueron aceptadas por su sola existencia, se vuelven ayudadores compulsivos o buscadores crónicos de aprobación. Como no fueron aceptados incondicionalmente por quienes eran, muchas veces se vuelven muy “agradables” con tal de ser aceptados. Y ojo, esto no es algo deliberado, es una respuesta automática que nos permite sobrevivir. ¿Cuál es el riesgo de esto? dirán algunos. Uyy, pues déjame decirte que muchas de las dinámicas, insatisfacción y atorones que viven buena parte de mis consultantes, como por ejemplo adicciones, relaciones poco saludables, inseguridad, ansiedad, depresión, etc, etc. vienen de una situación similar como la que acabo de describir.
Buena parte de los rasgos que adoptaron en la infancia para amoldarse a los padres/ cuidadores no son los verdaderos rasgos de las personas, son una respuesta adaptativa que los enmascara y que con el tiempo la persona llega a creer que así es ella, que esa es su personalidad.
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Por ello hay que hacerle saber a los niños, sin restar importancia a las consecuencias de sus actos, que son amados por quienes son:
- “No está bien lo que hiciste, y aun así te amo”
- “El que me moleste contigo por haber golpeado a tu hermano, no quiere decir que te deje de querer”.
- “A mí no me gusta tanto ese deporte/juego que a ti te encanta, pero vamos a jugarlo un rato”.
Los niños que van creciendo con un tipo de apego seguro tienden a tener un mayor autocontrol 1, aprecio por sí mismos, habilidades cognitivas más desarrolladas, un mejor desempeño académico, mayor empatía 2 y compasión, así como mayores habilidades sociales 3 que sus compañeros.
2.- Tus emociones son normales y me ayudan a saber qué necesitas
Yo creo que la mayoría preferimos a niños y niñas cuando están de buen humor y felices, pero como todo ser humano ellos también tienen disponible el repertorio completo de emociones, igual que tú y yo, incluyendo aquellas no tan agradables como la tristeza, la frustración, el enojo, la rabia, el miedo, etc.
Las emociones tienen una intención, ya sea protegernos o comunicar un estado o una necesidad. El enojo por ejemplo nos dice que nuestros límites, físicos o simbólicos, han sido traspasados. La tristeza nos hace saber que algo no está saliendo como quisiéramos o que hemos perdido algo o a alguien importante para nosotros.
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Libertad para experimentar todo el repertorio emocional que la naturaleza les dio (nos dio)
Si los padres reprueban algunas de estas emociones y son vistas como si fueran algo antinatural (no tienes por qué sentirte así), defectuoso (los niños no lloran), o algo que estorba (vete al rincón y cuando se te baje tu enojo platicamos), los niños aprenden a suprimirlas y con ello suprimen partes de su personalidad, como en el punto de arriba. Recuerdo alguna vez una consultante que me buscó porque sentía cosas “feas” y eso la hacía sentirse culpable en su matrimonio. Cuando le pregunté qué eran esas cosas feas, aunque no me dijo textualmente, me dic cuenta que eran rabia y rencor. Había sido una niña “buena” que no podía enojarse pues dejaría de ser “buena” y entonces se aguantaba los corajes y desencuentros que encontraba en su relación de pareja, haciéndola infeliz.
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Como puedes ver, el riesgo de todo esto es que cuando son adultos y se enfrentan a emociones intensas como la rabia, tristeza o frustración y al no saber manejarlas pueden tener ataques de ira, ataques de pánico, andarse peleando con todo el mundo, caer en depresión, etc. En cambio, cuando ponemos atención a sus emociones les estamos enseñando que lo que sienten es importante y que pueden contar con nosotros para satisfacer esas necesidades que sus emociones comunican. Cuando los niños crecen conociendo sus emociones, sabiendo que son parte natural de su esencia y que todas, hasta las más “negativas” tienen alguna función o que comunican algo de ellos, entonces las van aceptando y con el tiempo aprenden a manejarlas saludablemente.
3.- Tú como todo el mundo, estás aprendiendo y cometer errores es parte de aprender
A través de nuestras conversaciones, y sobre todo de nuestras ACCIONES, los padres/cuidadores vamos impactando en lo que los niños aprenden y en cómo aprenden. En múltiples ocasiones en sesiones conversando con mis consultantes se dan cuenta que sin querer han entorpecido el aprendizaje de sus hijos en tal o cual cosa.
Por ejemplo, cuando el hijo de una consultante se desesperó por no poder armar un lego esta intentó ayudarle a calmar su frustración, que era mucha, diciéndole que no era para tanto y que hiciera otra cosa, pero con un tono un tanto desinteresado. El niño no solo no pudo manejar su frustración, sino que esta creció ante lo que su madre le dijo: “no es para tanto y haz otra cosa”, y aquí es donde muchas veces los adultos la regamos, pues eso que para nosotros no es tan importante, para ellos sí lo es, y sobre todo porque están aprendiendo y sentando las bases de cómo reaccionarán ante los retos de la vida.
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La vida es aprendizaje
Ella al decirle que hiciera otra cosa con cierto desinterés le manda el mensaje a su hijo, aunque no sea su intención, de que su interés reemplazable. Tal vez con los legos no sea un asunto trascendental, pero si esto continua, es probable que el día de mañana tu hijo ante los primeros retos que encuentre en una profesión o trabajo termine por desertar y darse por vencido vencida. Cosa muy diferente si le hubiera dicho algo como:
- “Sí, ya sé, yo también me frustro cuando no me salen las cosas a la primera. Entonces me recuerdo que aprender algo nuevo requiere práctica, como lo hiciste con tu otro juego/juguete, ¿Te acuerdas?”
De esta forma los padres/ cuidadores podemos transformar esas experiencias retadoras en oportunidades de APRENDIZAJE al señalarles su esfuerzo y el mensaje de que aprender algo nuevo toma tiempo y repetición. Por cierto este tipo de mensajes prepara a los niños a ser adultos con una mentalidad de crecimiento, o sea abierta al aprendizaje, algo que a veces hace tanta falta en muchos lugares de trabajo e incluso en la sociedad. Ellos tenderán a lograr más metas y objetivos que aquellos niños que crecen creyendo que las habilidades deben surgir de forma natural: “soy bueno en esto o no”,” tengo habilidad para esto o no” (mentalidad fija).
Mensajes que señalan su esfuerzo y que aprender algo nuevo toma tiempo y repetición prepara a los niños a ser adultos con una mentalidad de crecimiento, o sea abierta al aprendizaje, y tenderán a lograr más metas y objetivos.
No hay una forma “correcta” de tener este tipo de conversaciones con nuestros hijos, como tampoco hay la forma perfecta de ser padres y enseñarles todo esto. En nuestro papel de padres nos encontramos con muchos atorones en el camino para los que no estábamos preparados. Y a pesar de esto, como ya viste sí que hay cosas que les podemos decir y sobre todo, transmitirles con el ejemplo a los niños/ niñas, para que crezcan seguros y resilientes. Explicarles estos puntos les ayudará a reconocer cómo se sienten y cuál es su lugar en el mundo. Pero sobre todo, ellos verán y luego harán lo que tú haces. Ante sus ojos, tú eres el ejemplo más importante que tienen de lo que es posible.
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Referencias:
1.- Moss E, St-Laurent D. (2001). Attachment at school age and academic performance. Dev Psychology; 37(6), 863-874. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/11699759/
2.- Murphy, T. P., & Laible, D. J. (2013). The influence of attachment security on preschool children’s empathic concern. International Journal of Behavioral Development, 37(5), 436–440. https://doi.org/10.1177/0165025413487502
3.- Groh, A. M., Fearon, R. P., Bakermans-Kranenburg, M. J., van Ijzendoorn, M. H., Steele, R. D., & Roisman, G. I. (2014). The significance of attachment security for children’s social competence with peers: a meta-analytic study. Attachment & human development, 16(2), 103–136. https://doi.org/10.1080/14616734.2014.883636