La neurobiología de la paternidad: El padre también es esencial

Tiempo de lectura: 8 minutos

 

La madre no es la única que tiene cambios en su cuerpo después de tener un bebé. La neurobiología de la paternidad nos muestra que el padre también y que su presencia es esencial para el desarrollo saludable de un ser humano.

 

Estoy llegando a un restaurante que tiene algunas personas esperando mesa pero sin ser demasiadas. Es el día del padre y sorprendentemente muchos lugares, algunos sí pero no la gran mayoría, no están abarrotados para entrar como sí sucede el día de la madre. ¿Será que a los hombres no nos gusta tanto festejar ese día? ¿O será que como nadie estuvo en el vientre del padre durante la gestación percibimos muy distinto su papel? 

Según estudios realizados 1 los niños y niñas que tienen una relación sensible, segura y cercana con su padre tienden a: obtener mejor aprovechamiento escolar, mejores habilidades de escritura, lectura e incluso matemáticas; tener mayor éxito global; a tomar iniciativas y a tener más autocontrol (esa habilidad que nos contiene para no aventarle al hulk a los demás cuando nos sentimos enojados);  desarrollar mejores habilidades para solucionar problemas;  ser más tolerantes y comprensivos con sus pares y  tienden menos a meterse en problemas y en comportamientos riesgosos.

Entonces si es tan esencial, ¿por qué a veces hay padres que no se involucran en la crianza de sus hijos? Pues no hay una respuesta sencilla para esto pues cada caso es muy particular. Sin embargo la neurobiología nos da más claridad sobre ésto.

 

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El hombre también cambia

Sabemos bastante sobre los cambios biológicos que viven las mujeres cuando se convierten en madres. Algunos son claros a simple vista, como el crecimiento de los senos y el ensanchamiento de las caderas. Otros no son perceptibles ante nuestros ojos, como los cambios neuronales en la materia gris del cerebro y el aumento de los niveles hormonales, como la oxitocina, para facilitar la vinculación con sus hijos. 

Pero por mucho tiempo se creía que no había cambios de este estilo en los hombres por lo que no se investigaba el tema. Sin embargo en años recientes se han realizado estudios innovadores para explorar si existen factores biológicos que influyen en el involucramiento del padre en la crianza de sus hijos, como los de James Rilling, antropólogo de la Universidad Emory.  Utilizando encuestas, análisis genéticos y escaneos cerebrales, Rilling y sus colaboradores han encontrado que muy buena parte se debe a una hormona.

 

¿Más o menos testosterona?

Pues sí, el rol de la testosterona es crucial en todo este rollo del paternaje. Aunque ojo, no es el único factor que interviene. Lo curioso del asunto es que tiende a haber una dramática disminución de la testosterona en los hombres durante la paternidad, como encontraron los estudios de la bióloga  Katherine Wynne-Edwards y colaboradores 3.  En su estudio identificaron  que la gestación, el nacimiento de un hijo, una hija y la paternidad desencadenan varios cambios hormonales en el cuerpo del hombre, pero solo cuando el padre está en contacto con el bebé y con la madre. Algo que a veces el padre no busca y otras veces la madre pareciera dificultarlo.

¿Qué qué?, ¿Menos testosterona? Sí, piénsalo de esta forma, al disminuir la testosterona el hombre se vuelve menos “agresivo” (no solo en violencia, sino en  favor de una actitud más acogedora) en preparación para la crianza de los hijos. Además también aumenta un poco  el cortisol, al igual que en la madre, lo que los mantiene alerta a lo que ese bebé pueda necesitar. Pero no todo es testosterona, ¡Sorry Jhonny Bravos! Existe otra hormona que también juega un papel fundamental  en el involucramiento del padre:

 

Oxitocina: La conexión humana

La llamada hormona de la vinculación aparece con la crianza y a través de la convivencia saludable, como encontraron también Rilling  colaboradores en otro estudio 4 . En este los investigadores reclutaron a 88 padres de niños pequeños y 50 hombres solteros  sin hijos, encontrando que los padres tenían niveles más altos de oxitocina en sangre que aquellos que no eran padres. Esto apoya hallazgos previos en los que se ha identificado que los padres con mayores niveles de oxitocina muestran menos hostilidad y más apoyo en el aprendizaje y exploración  de sus hijos.

Además Rilling y su equipo utilizaron imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) para estudiar la actividad cerebral de los papás y los que no eran papás cuando se les mostraban fotografías de niños o imágenes que pretendían evocar una respuesta sexual. ¿Y qué crees que encontraron? Que los que eran padres cuando veían fotos de niños mostraban mayor activación que los hombres que no eran padres en áreas cerebrales asociadas al procesamiento de expresión facial (giro frontal caudal medial)  y el pensar en los estados mentales de otras personas (unión temporoparietal).   Mientras que al ver las imágenes con contenido sexual los hombres que no eran padres mostraban mayor activación en las áreas cerebrales asociadas a la recompensa y al pacer (núcleo accumbens  y cuerpo caudal dorsal).  Además los que eran padres mostraban menores niveles de testosterona que los que no lo eran. O sea…

Que esto sugiere que los padres dedican más esfuerzo y energía en pensar en otras personas y sus necesidades, en este caso los hijos,  y menos energía en objetivos individuales, además sugiere que la disminución de la testosterona puede contribuir a que el padre sea más empático con sus hijos.  Tan poderosa es  la oxitocina que nos hace poner a un lado nuestros placeres en aras de sacar adelante una nueva vida.  ¡Wow!

 

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Así, con el tiempo padre e hijos van liberando oxitocina. Esta nos ayuda  a formar lazos estrechos entre dos seres humanos y se libera cuando sentimos confianza con la otra persona. Por eso es que un padre, también la madre,  que se involucra con sus hijos está promoviendo en ambos dicha liberación  que definirá el tipo de apego,  o sea la forma de relacionarse con los demás que esa persona desarrollará el resto de su vida.

Y algo por demás sorprendente que también encontraron Wynne-Edwards  y colaboradores es que con el segundo nacimiento se incrementan esos cambios hormonales. Así, el cuerpo del hombre aprende la paternidad.  

 

Cuestión de autoimagen del hombre

¿Crees que esto de que disminuya la testosterona es anti masculino? Algunos podrán argumentar que esos cambios suceden en hombres “blanditos” y que los verdaderos machos alfa no le entran a eso de cuidar a los hijos.  Existen evidencias de que no tiene que ser visto así. Los hombres de la cultura “vikinga” distan mucho de ser poco masculinos y sin embargo nos muestran otra cosa. Suecia fue el primer país en el mundo en establecer lo que en México llamaríamos “Incapacidad por paternidad”.

Los padres en Suecia gozan de 10 días con goce de sueldo de esta incapacidad después de que nace su bebé. Y en total reciben 480 días para ambos padres, 60 para el padre y 60 para la madre y el resto cada pareja se pone de acuerdo cómo los dividen. Esta política ha impactado la cultura de la paternidad en ese país, pues una investigadora sueca Anna-Lena Almqvist al entrevistar a parejas francesas y suecas, encontró que los padres suecos  expresaban una masculinidad más orientada a los niños y negociaban con sus esposas para pasar más tiempo con sus hijos.

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Cultura vs biología

Como puedes ver los factores culturales influyen en cómo percibimos un modelo de paternidad, lo que se espera que el hombre haga o no haga con sus hijos. Hay regiones y sectores de nuestro país donde ver a un hombre muy involucrado en la crianza de sus hijos es visto como poco masculino hasta por las  mismas mujeres. Aquí es donde entramos en terrenos que tienen que ver más con los mensajes culturales e interiorizados que cada uno tiene, dependiendo de su historia de vida y de la cultura. 

De hecho el mismo Rilling señala que la testosterona es solo un factor que interviene, pero que el que tiene más peso para que un padre se involucre  con sus hijos es precisamente la presencia, la ausencia y/o  el involucramiento que tuvo esa persona con su propio padre. Y no es de extrañar, pues difícilmente podremos dar lo que no hemos tomado. Yo he tenido consultantes quienes no tuvieron esa presencia, a veces física, a veces emocional, y aunque cada uno respondemos de manera diferente, varios de ellos adoptaron un estilo de personalidad hipermasculino que en realidad es un mecanismo compensatorio por esa falta de conexión paterna que tuvieron.  

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Atreverse y aprender

Como mencioné arriba, solo aquellos padres que se involucran con los hijos y la madre  son los que muestran mayores cambios hormonales.  Son los factores socioculturales los que juegan un rol importantísimo para que el padre dé ese primer paso y se atreva a involucrarse.  La biología sigue a esos factores.  Por ello es que tener modelos en los que los hijos viven de primera mano el tener cerca a un padre es fundamental. No en vano los seres humanos aprendemos por observación más que porque nos digan qué hacer.

 


Nuestra cultura e historia de vida afecta nuestra neurobiología


 

¿Y entonces cómo hacer para involucrarse si no se tuvo un modelo paternal saludable? Aun si no tuvimos la suerte de contar con ese modelo paternal en la infancia, existen formas en las que el padre puede actuar de forma proactiva para aprender ciertas habilidades que le ayuden en la crianza de sus hijos. Esto va más allá de cambiar pañales, alimentarlo o bañarlo pues existen otras actividades en las que también pueden involucrarse: deportes, enseñarle  habilidades sociales, juegos, compartir conocimiento, etc. que también son esenciales para un sano desarrollo psicosocial de los hijos.

 

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Otra  manera de fomentar que un hombre se involucre en el cuidado de sus hijos cuando sea adulto empieza desde la infancia y es contarle historias  positivas sobre la paternidad. Así desde temprana edad el niño irá internalizando el papel que tiene un padre en el desarrollo saludable de un ser humano.

Como puedes ver tanto hombres como mujeres experimentamos cambios fisiológicos para cuidar de una nueva vida. Nos será más fácil si tenemos acomodada la relación con nuestro propio padre.  Si lo deseas puedo acompañarte en el proceso, solo haz click en este botón.

 

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Referencias:

1.- Allen, S., and Daly, K. (2007) “The Effects of Father Involvement: An Updated Research Summary of the Evidence.” Report by Centre for Families, Work & Well-Being, University of Guelph, 1-53.

2.- Mascaro, J. S., Hackett, P. D., & Rilling, J. K. (2014). Differential neural responses to child and sexual stimuli in human fathers and non-fathers and their hormonal correlates. Psychoneuroendocrinology46, 153–163. doi:10.1016/j.psyneuen.2014.04.014

3.- Berg, S.J. & Wynne-Edwards K.E. (2001). Changes in Testosterone, Cortisol, and Estradiol Levels in Men Becoming Fathers. Mayo Clinic Proceedings, 76(6), 582 – 592.

4.- Mascaro, Hackett, Gouzoules, Lori & Rilling. (2014).Behavioral and genetic correlates of the neural response to infant crying among human fathers. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 9(11), 17041712 https://doi.org/10.1093/scan/nst166

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Edgard Ramirez
Edgard Ramirez
Viajero de nacimiento, coach y psicoterapeuta especializado en hipnosis ericksoniana por elección. Te ofrezco herramientas para reinventarte desde ésta y las neurociencias, pues acelera el cambio y la resolución de problemas de mis clientes.

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