Día del Niño: Todos necesitamos del juego, adultos incluidos
El juego es esencial para el desarrollo positivo de los humanos, pero los niños cada vez juegan menos. ¿Qué podemos hacer para crear una cultura más juguetona?
¿Recuerdas a qué jugabas cuando estabas en la primaria? A mí me encantaba jugar “escondidas”. Ese juego en el que contábamos en un rincón hasta 10 sin ver, según esto, para después salir a buscar a los demás. También me gustaba jugar volleyball o “reloj” con un balón de basketball. Ya fuera a veces solos, a veces acompañados, en general era totalmente normal ver a los niños jugar con lo que tuvieran a la mano. Había algo en común en los juegos de nuestra infancia: eran espontáneos y poco estructurados, algo que en nuestra sociedad de “dispositivos electrónicos” se está perdiendo. Esto puede tener riesgos para la salud mental y física no sólo de los niños, sino de los adultos también. Y en este artículo te voy a explicar a qué me refiero con esto.
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En las últimas décadas los niños en países como Estados Unidos han reducido el tiempo que pasan jugando en exteriores en un 50% de acuerdo al estudio de Sandra Hofferth 1 de la Universidad de Maryland. Eso fue de 1997 a 2003, antes de la era de los teléfonos “inteligentes”. Esta investigadora también encontró que el número de niños involucrados en deportes organizados se ha duplicado y que el tiempo dedicado al ocio pasivo, excluyendo ver la televisión, se ha incrementado de 30 minutos a más de tres horas. Con estos datos no resulta sorprendente que exista una epidemia de obesidad infantil. Y en México tristemente tenemos este problema al posicionarnos en el primer lugar mundial en obesidad infantil, según la UNICEF.
Dejando la obesidad de lado, que no es un tema menor, me voy a centrar en otros efectos en este artículo. Investigaciones realizadas en las últimas décadas nos muestran que jugar es CRUCIAL para el desarrollo físico, intelectual y socioemocional, en especial aquellos tipos de juegos que tienen poca estructura, o sea que son muy imaginativos y en los que las reglas van inventándose sobre la marcha. ¿Quién no empezaba jugando a “policías y ladrones” y terminaba jugando a otra cosa que ni nombre tenía?
¿Por qué es tan importante el juego?
Durante la infancia el juego es la actividad con la que los niños aprenden a reconocer el mundo. A través de los colores, los sonidos y las formas ellos van interiorizando cómo está estructurada la realidad que los rodea. Con el juego aprendemos a conectar con otros seres humanos, a respetar al otro, a cooperar, a negociar, a resolver conflictos y aprendemos también sobre la amistad.
Por si fuera poco el juego los hace más resilientes, al promover el desarrollo de habilidades asociadas a una alta resiliencia, como la autonomía, la capacidad de actuar y el poder hacer una pausa ante circunstancias estresantes.
Cuando somos adolescentes el juego toma otro sentido, se vuelve una forma de explorar posibles identidades y puede ser la primera llamada a nuestro propósito de vida. Es también una forma de desahogarnos de las tensiones propias de la vida a esa edad y nos permite mantener un balance emocional. Tal vez esto pueda resultar evidente cuando pensamos en los niños y chavos, pero lo interesante es que el juego tiene beneficios para TODAS las edades.
¿Adiós al juego?
Pero si el juego es tan benéfico, ¿por qué está desapareciendo? La respuesta incluye un cúmulo de factores que van desde la globalización, los cambios en los estilos de vida y sí, la proliferación de dispositivos electrónicos, o como me gusta decirle: “pantallitis”. Esto ha provocado que el juego que antes realizábamos afuera ahora sea en interiores. Cuando antes jugábamos football, volley o basket, los niños de ahora ven esos deportes en una pantalla sentados en un sillón, o peor, pasan el tiempo en redes sociales.
Es muy triste para mí ver a los niños en restaurantes o en un parque, “hipnotizados” viendo su celular aun cuando están con otros niños con los que podrían jugar. Más triste me parece ver cómo cada vez a edades más tempranas los regalos que se les dan son pantallas, dígase celulares, tablets, laptops, etc. En esta época el juego pareciera ser un lujo, tanto para los niños como para los adultos.
Eliminar el juego espontáneo es riesgoso, pues con él se pierden indicadores del desarrollo de los niños. Nos perdemos el saber lo que es adecuado y lo que no lo es para los niños. Se corre el riesgo de involucrarlos en actividades antes de que ellos estén listos para tal actividad, poniendo en riesgo el desarrollo de habilidades sociales y emocionales. Por ejemplo, es hasta los 6 o 7 años que los niños participan espontáneamente en juegos con reglas establecidas por una sencilla razón: a esa edad es cuando ya comprenden y pueden seguir reglas. Meter a los niños en actividades demasiado estructuradas antes de esa edad puede resultar contraproducente, al dejar de desarrollar habilidades de independencia y creatividad por ellos mismos pues se limitan a aprender lo que los adultos les dicen.
De hecho un estudio encontró que los niños a los que metieron a football a los cuatro años llegan a hartarse y desgastarse de ese deporte al llegar a la adolescencia. Una verdadera paradoja, pues es a esa edad cuando más podrían disfrutarlo y destacar en él.
Añadirle juego a la vida
Ante estos cambios nos preguntamos qué podemos hacer para fomentar el juego espontáneo en los niños. Dado que no podemos deshacernos de los dispositivos electrónicos pues forman parte de la vida actual. Lo que sí podemos es encontrar un balance al limitar su uso y sobre todo poniendo el ejemplo los adultos. Es difícil para un niño interiorizar que no debe estar viendo una pantalla todo el día cuando ve a sus padres “zoombificados” detrás de una.
Un niño al que no se le niega usar la computadora con un límite de tiempo y después dedicar otro tiempo similar a actividades con amigos o de juego espontáneo tiene más probabilidades de desarrollar habilidades socioafectivas y de respetar los horarios. Lo importante es involucrar al niño en establecer esos límites y horarios más que imponérselos.
Los niños hacen lo que nosotros hacemos, no lo que les decimos que hagan.
Juega TÚ
Una de las mejores cosas que puedes hacer por tus hijos es jugar TÚ. Los niños hacen lo que nosotros hacemos, no lo que les decimos que hagan. Como adultos nos podría parecer raro o incluso “inapropiado” jugar. Pero lo cierto es que dedicar tiempo al juego incluso con otros adultos, ya sea nuestra pareja, familia o amistades, nos ayuda a encontrar un equilibrio emocional. Hay muchas maneras de hacer esto y no necesariamente es ponernos a jugar “quemados” o jugar juegos de mesa.
Ponerle un toque juguetón a las tareas del diario, como poner música y hacer un pasito de baile mientras cocinamos o hacemos la limpieza, puede hacer la diferencia y volver una actividad más disfrutable. Por cierto, bailar es una forma de juego en los adultos, al igual que lo es andar en bicicleta, si es con fines recreativos no de competencia, patinar, salir a pasear a la naturaleza, caminar por las calles con el fin solo de divertirse, ir de día de campo, al parque, etc.
Cuando los adultos dedicamos tiempo al juego les estamos enviando mensajes a los niños de que la vida puede disfrutarse.
Si hacemos estas actividades incluyendo a los niños resulta benéfico para ambas partes al ser formas de actividad física en la que conectamos con ellos. Cuando los adultos dedicamos tiempo al juego les estamos enviando mensajes a los niños de que la vida puede disfrutarse, de que vale la pena vivir y de que no todo es trabajo y obligaciones.
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Juego en el trabajo
A diferencia de otras edades, los adultos tenemos la posibilidad de integrar el juego con el trabajo ¿????????? ¡Sí! Y no me refiero a chacotear en la oficina, aunque eso es una forma de jugar y agregarle diversión a la vida. Se trata más bien de realizar ciertas actividades que para nosotros son significativas y que nos dan placer como actividad laboral o parte de esa actividad. De esto te hablaré en otro artículo.
El juego trae beneficios también en el contexto laboral. Estudios recientes muestran que aquellas empresas que tienen más en cuenta el juego tienden a ser más exitosas y que los empleados que perciben a su lugar de trabajo más “divertido” no solo se esfuerzan más, sino que también son más leales a la organización por períodos de tiempo más largos.
Los ambientes más amigables con la risa tienen una mayor productividad que aquellos en los que parece estamos en un velorio de acuerdo a Adrian Gostick y Scott Christopher autores del libro “ The Levity Effect: Why it Pays to Lighten Up”. La ciencia nos demuestra que de verdad el humor y la diversión son rentables.
Un ejemplo de cómo añadirle juego a la chamba en una pescadería en Seattle, en la los empleados se van aventando el pescado unos a otros e involucran a los clientes en esta dinámica. Google ha permeado el juego en su filosofía corporativa. Si viste la película “Aprendices en línea” sabrás de lo que hablo. Y si no la has visto, añádela a tu lista. Sobra decir el éxito que tiene Google hoy día.
Además de todos los beneficios que el juego tiene en el trabajo, a poca gente le gusta chambear junto a alguien que le vale gorro todo, que es pesimista y que no agregan valor al lugar de trabajo.
Cuando los adultos unimos el juego y el trabajo en nuestras vidas ponemos un ejemplo a los niños que pueden seguir y tal vez eso sea una inspiración suficiente para crear una cultura con mayor juego y por cierto, más divertida.
Referencias:
1.- Hofferth S. L. (2009). Changes in American children’s time – 1997 to 2003. Electronic international journal of time use research, 6(1), 26–47.
Leire
On octubre 6, 2020 at 12:07 pm
Como siempre me ha encantado el artículo, soy un frecuente lector