¿Cómo ser resiliente? Empieza por la Micro resiliencia
Cultivar la resiliencia y ver sus beneficios lleva un tiempo. En el inter puedes cultivar la micro resiliencia: pequeños pasitos de los que ves sus efectos en el corto plazo y que a la larga van cultivando tu resiliencia.
Recuerdo la primera vez que escuché la palabra “resiliencia”. Fue en un entrenamiento psicoterapéutico y me pareció tan necesaria y útil que me extrañó no haberla escuchado antes. Lo más parecido que entendía hasta ese entonces era algo similar a la “fuerza” o “fortaleza” que tanto había escuchado en algunas presentaciones de multiniveles o en los clásicos cursos de emprendimiento, superación y libros de autoayuda, dando a entender que uno puede ser “fuerte” por elección. La segunda pregunta que me pasó por la mente fue: ¿Soy resiliente?
Se nace o se hace resiliente
En automático me dije que sí -¿a quién no le gusta pensar que posee la virtud de recuperarse de cualquier reto de la vida?- mientras más preguntas pasaban por mi cabeza: ¿Uno nace con la resiliencia y ya? … quien no nace resiliente, ¿ya se fregó? , ¿Se puede desarrollar? ¿Cómo? Pues ahora, años después de enterarme de su existencia y viendo hacia atrás en mi vida, me doy cuenta que efectivamente sí era resiliente… para unas cosas, y no tanto como yo hubiera querido para otras más. Fui descubriendo cómo más que nacer con esa capacidad psicológica humana, se va desarrollando a través del tiempo–principalmente a lo largo de la infancia y adolescencia- y puede cultivarse deliberadamente a cualquier edad, pues al comenzar en el cerebro, podemos utilizar la maravillosa propiedad que tiene para cambiar y aprender: la neuroplasticidad.
Neurointegración = cerebro resiliente
La resiliencia puede desarrollarse pues emerge de la neurointegración armónica del cerebro humano. Y cómo nuestro cerebro es plástico, o sea que cambia a lo largo de la vida de acuerdo a la experiencia, podemos a través de ciertas prácticas como la plenitud mental o mindfulness cultivarla deliberadamente y también con pequeñas cosas que podemos hacer hoy mismo, en la siguiente hora para tener un cerebro resiliente. Eso, según Bonnie St. John, es la micro resiliencia.
De la macro a la micro resiliencia
Bien dice el viejo adagio que un gran viaje comienza con un primer paso. Pues esos primeros pasos son acciones que te ayudan a ser más resiliente en los siguientes minutos u horas y que a la vez van sumando con el tiempo para fomentar tu “macro” resiliencia, digámoslo así. La micro resiliencia te permite enfrentar mejor esos retos de la vida que enfrentas a diario.
Según Bonnie St. John, ex atleta paraolímpica quien perdió una pierna al tenerle que ser amputada cuando era niña, se interesó en la micro resiliencia a raíz de investigaciones con jugadores de tennis profesionales que estudiaban qué es lo que hacían entre un punto de desventaja y el siguiente para levantarse en el marcador. Y lo que encontraron es que esas pequeñas acciones para recuperarse hacían la diferencia. Como ella menciona:
“Son la serie de pequeños cambios los que van haciendo los grandes cambios”.
Bonnie, al ser una mujer interracial y con una discapacidad, menciona que ha tenido que enfrentar una larga serie de retos en su vida, como ser mirada y tratada con desdén o desaprobación. Menciona que su hija es blanca y que la gente en la calle le pregunta “¿Tú eres la nana?” Lidiar toda una vida con este tipo de tratos vaya que requiere de resiliencia. Y como bien dice Bonnie:
“La mayoría de la gente define la resiliencia como recuperarse de un huracán, un divorcio ¡Algo gigante! Y entonces piensan “es difícil ser resiliente”. Pero si pensamos en algo pequeño, entonces podemos mejorar”.
Lee aquí: La resiliencia: el arma secreta de la mujer
Paso a pasito
Así que para darte una idea, aquí están algunos pequeños pasitos de micro resiliencia que pueden ir sumando a tu macro resiliencia:
1.- Toma agua: ¿? ¡Sí!, tu cerebro es 73% agua. Si se la das cuando te sientes estresado, estresada, en cuestión de minutos está más enfocado para enfrentar eso que tienes que enfrentar o resolver.
2.- Haz ejercicio: Esto oxigena tu cerebro y libera más serotonina, la llamada hormona del bienestar y la felicidad. Cuando la liberas mejoras tu humor y tu flexibilidad de pensamiento. Las investigaciones muestran que cuando haces un poquito de ejercicio, tienes mejor memoria y generas más ideas aún horas después. No tiene que ser una rutina completa, basta con caminar 15 minutos por ejemplo.
3.- Ríete: Según Al Siebert, considerado una autoridad en resiliencia, el humor juguetón mejora la supervivencia por muchas razones. Por ejemplo, reír reduce la tensión que sentimos a niveles más moderados y puede ser un profundo liberador de dolor.
Lee aquí: ¿Cómo ser resiliente? Juega
Como yo en su momento, tal vez te hayas dado cuenta que la resiliencia no viene de la voluntad, de “querer ser fuerte”, ni de decir “nunca te rindas” como tanto repetían algunos de esos cursos y libros de los que te comentaba. Podemos hacer cosas sencillas hoy mismo que cultivan la micro resiliencia y que a la larga van haciendo más grandes los depósitos de esa “macro” resiliencia que tanto necesitamos para la vida.
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