4 habilidades que todos necesitamos en este año de pandemia
La pandemia nos dejó aprendizajes sobre cómo cuidarnos nosotros y a los demás. Aquí 4 habilidades que te ayudarán a navegar mejor este año.
2020 fue un año que poca gente extrañará, al menos eso creo yo. La situación mundial que vivimos por el coronavirus echó por tierra nuestra ilusión de control y nos recordó que la vulnerabilidad -por más que le huyamos y la evitemos- es parte de nuestra humanidad. La pandemia del COVID-19 nos trajo duelos a todos, desde los pequeños que todos experimentamos por haber perdido algo de la forma en que vivíamos, como por ejemplo la libertad de ir a cualquier lado o de reunirnos con amigos y familiares, pasando en muchos casos por el desempleo y hasta los mayores duelos ante la muerte de algún ser querido.
Toda adversidad trae aprendizaje
Como toda adversidad, esta situación sin precedentes también nos trae aprendizajes importantes. Nos enseñó lo importantes que son nuestras relaciones de pareja, familiares, de amistad y aquellas más casuales que tal vez no les dábamos tanta relevancia. Nos enseñó la relevancia de la comunidad y con ella nos recordó el papel importantísimo del personal de salud, paramédicos, así como el de todas las personas que trabajan en el sector de servicios básicos como luz, agua, recolección de basura, etc. También de quienes trabajan en la cadena de producción y suministro de alimentos; productos de primera necesidad.
Somos un sistema viviente y cuando una de sus partes se tropieza, el todo pierde el ritmo. Esta pandemia nos enseñó lo frágil que es nuestra forma de organizarnos y lo importante que es cuidarnos entre todos. Por ello el uso de cubrebocas se ha vuelto INDISPENSABLE. Aunque haya a quienes les moleste, usarlo es un acto de cuidado propio y también hacia los demás. Este pequeño trozo que cubre la mitad de nuestro rostro, junto con las medidas de prevención como sana distancia, evitar los espacios cerrados y mal ventilados, son las mejores herramientas que tenemos para evitar el contagio del coronavirus hasta que no hayamos sido vacunados.
Lee aquí: Resiliencia y sabiduría ante el coronavirus
Y mientras llega la vacuna
Aunque este proceso ya comenzó a cuentagotas en México, pareciera que se llevará mucho más tiempo del que quisiéramos. Por ello además del cubrebocas necesitamos otras herramientas que promuevan una buena higiene mental y bienestar a pesar del COVID-19 , así como relaciones armónicas en lo que la recibimos.
Por ello enlisto aquí 4 habilidades humanas que tanto yo como otras personas hemos utilizado el año pasado para navegar estos tiempos retadores que como humanidad nos tocó vivir y que seguirán siendo de muchísima utilidad en el 2021.
1.- Humildad
Tal vez te cueste trabajo creer que se trata de una habilidad humana pues en las culturas latinas pareciera ser entendida como un sinónimo de “pobreza”. Yo también así aprendí a interpretarla. De hecho la humildad es una meta habilidad clave de la resiliencia que nos permite reconocer nuestras limitaciones y en qué aspectos necesitamos apoyo para superar las adversidades. Implica ser DESPIADADAMENTE con nosotros mismos y por eso a veces no nos gusta.
Lo contrario de la humildad es la soberbia y puede ser muy peligrosa porque no nos deja reconocer el rumbo equivocado que llevamos
A nivel social implica reconocer que el coronavirus retó nuestro conocimiento y sobrepasó nuestra preparación e instituciones. La única respuesta honesta y humilde es dejar de lado nuestro ego, soltar nuestros pronósticos fallidos y preconceptos para reconocer los fallos que nos trajeron hasta aquí. Lo contrario de la humildad es la soberbia y puede ser muy peligrosa porque no nos deja reconocer el rumbo equivocado que llevamos. Cuando es muy grande nos instalamos en nuestra posición y la defendemos cueste lo que cueste. Perdemos de vista el por qué inicialmente tomamos la decisión a la que ahora nos aferramos. Para estas personas lo importante no es encontrar soluciones sino TENER LA RAZON.
Ser humilde de verdad salva vidas pues nos permite reconocer nuestros errores y corregir el rumbo de nuestras decisiones sobre la salud y la vida de los demás.
En cambio ser humilde de verdad salva vidas pues nos permite reconocer nuestros errores y corregir el rumbo de nuestras decisiones. Más aún cuando se trata de la salud y la vida de los demás. De hecho hay investigaciones 1 que sugieren que cuestionar nuestras decisiones nos lleva a escuchar las ideas de otros, adoptando una postura menos autocentrada. La humildad también es un buen primer paso para la autocompasión. Velo de esta manera, cuando tenemos una visión modesta de nosotros mismos vemos más claramente nuestros errores y defectos, no para juzgarnos severamente, sino para tratarnos bien mientras vamos cambiando y superándolos.
Cuestionar nuestras propias creencias y adoptar otras perspectivas puede ser muy enriquecedor. De hecho es la base del crecimiento personal, de otra manera estaríamos haciendo lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes. Eso, según mi tío Einstein, es locura. Aplica para todos, con o sin pandemia.
2.- Compasión
La compasión es el sentir el sufrimiento de otro y hacer algo para aliviarlo. Y debido al COVID-19 el año pasado alrededor del mundo vimos imágenes que la evocaron. Esas escenas de hospitales abarrotados, personal de salud agotado y suplicando que por favor nos quedáramos en casa, voluntarios llevando despensas a adultos mayores, conductores que no cobraban pasaje al personal de salud quienes fueron agredidos al inicio de la pandemia por gente ignorante, y en general, personas comunes y corrientes que hacíamos algo por los demás, por poco que fuera.
Para experimentar compasión primero hay que percibir el dolor ajeno, lo que puede ser muy estresante. Por ello mucha gente lo evita, o si lo ven, lo bloquea. Así los circuitos cerebrales de la compasión se cierran y perdemos la oportunidad de hacer algo para ayudar a otro. Nuestro cerebro está diseñado para que nosotros también sintamos el dolor de otro como propio precisamente para que HAGAMOS algo para intentar aliviarlo. El simple hecho de decirnos mentalmente “Esta persona está sufriendo” es un acto que humaniza al otro, modulando las emociones negativas que experimentamos al ver su dolor.
Así como podemos reconocer el dolor de alguien más también es importante reconocer el propio y hacer algo para aliviarlo. Esa es la autocompasión, que dicho sea de paso practicarla promueve también nuestra resiliencia. Por todo lo anterior si algo necesitamos este año es justamente cantidades industriales de compasión y autocompasión, tanto para nosotros mismos, para el personal de salud, así como para todos aquellos que han sido afectados de una u otra forma por la pandemia.
El año pasado grabé un audio con un ejercicio precisamente de autocompasión enfocado para el personal de salud. Puedes escucharlo y descargarlo aquí.
3.- Propósito
Vivir una vida con propósito puede hacer una gran diferencia a la hora que afrontamos adversidades. Aunque la pandemia puso pausa a muchos de nuestras metas y planes, también es cierto que nos brinda oportunidades de orientarnos más hacia nuestro propósito. Llamado también misión de vida, vocación u objetivo de vida, nuestro propósito es eso que nos mueve a conseguir una meta mayor durante toda nuestra vida. Más que un destino es el viaje para llegar a donde queremos llegar y que en general tiene un efecto positivo en el mundo. Durante estos tiempos usar cubrebocas, quedarse en casa cuando sea posible, sacrificar festejos y reuniones sociales, apoyar comercios locales y aportar tus talentos y conocimientos a la sociedad, todo esto es vivir con propósito.
Algunas personas a raíz de trabajar en casa durante la cuarentena han descubierto su propósito, al acompañar a sus hijos en sus clases, o al ayudar a algún vecino o a una parte de la población. Quienes son parte del sector salud esta situación para muchos les hizo refrendar su propósito de ayudar a preservar la salud de otros y salvar vidas. A personas dedicadas a la salud mental como yo nos confirma lo importante de mantenerla a nivel individual y en nuestra comunidad.
Un propósito de vida es un viaje de autodescubrimiento que nos permite orientarnos hacia él. Y aun cuando logramos hacerlo tenemos que recordárnoslo constantemente pues la rutina puede fácilmente hacer que lo pasemos por alto. Por ello es bien importante recordarnos por qué hacemos lo que hacemos, lo que nos llevó a dedicarnos a lo que nos dedicamos, a quién más sirve nuestro trabajo, el que sea que hagamos. Esto nos ayuda a revitalizar, renovar y reenergizar nuestro propósito. Tal vez la pandemia te haya ayudado a identificar lo que de verdad es importante para ti. Enfócate en eso.
4.- Resiliencia
Finalmente y como una habilidad que aglutina las anteriores está por supuesto la resiliencia. Esa capacidad humana que te permite afrontar y superar las adversidades de la vida, recuperarte de los atorones que a todos nos ha puesto este virus, tanto a aquellos que hemos vivido la muerte de un ser querido por esta enfermedad como a quienes ha cambiado las rutinas y la forma en la que vivían antes.
Como dice Gina Rippon, psicóloga y neurocientífica, esa forma de vida que nuestro cerebro puede predecir y que tanto ama se ve retada por la incertidumbre que trajo el COVID-19 pues desconocemos cuándo volverá todo a la “normalidad”, cuándo seremos vacunados, etc. Esto plantea retos a cualquier plan que hagamos, pues no sabemos qué sucederá y precisamente la resiliencia nos ayuda navegar la incertidumbre que tanto odia nuestro cerebro.
Por ello en cualquier momento la resiliencia facilita la vida y en estos tiempos de pandemia se vuelve INDISPENSABLE.
Si me lo permites puedo acompañarte a cultivarla.
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Referencias:
1.- Stone, J.R. (2017). Cultivating Humility and Diagnostic Openness in Clinical Judgment. Journal of Ethics, 19 (10), 970-977. doi: 10.1001/journalofethics.2017.19.10.ecas1-1710